martes, octubre 03, 2006

Archivo: asalto a mano armada en Méjico

Nota: esta es una historia antigua (enviada en 6.8.05 a la lista de distribución de Ra y Mon, Escri y Be) recuperada para este blog. Poco a poco se irán sumando otras...


Miguel y yo subimos en San Cristobal de las Casas al autobús que nos tiene que llevar a Campeche vía Palenque. Nuestros asientos están separados porque cuando compramos los billetes sólo quedaban dos plazas libres: yo estoy en la 27 y él en la 36. Cuando llega mi compañero de asiento le explico la situación y le pido que se cambie por Miguel, pero si hay algo para lo que los centroamericanos no estan preparados es para los ajustes sobre una realidad ya establecida: no intentes cambiar los frijoles del menú por arroz, no pidas que te quiten el cilantro de la sopa, no aspires a cambiar los sabores del banana split y no trates de convencerles de que te cambien un sitio en el autobús. El mejicano en cuestión tiene el número 28 y aunque sonríe y es muy amable, no logro que vaya a sentarse al 36. Y no es por mala leche, ni porque un asiento sea peor que otro, ni siquiera es que le de miedo quedarse sin sitio... después de más de dos semanas aquí he llegado a la conclusión de que lo que ocurre es que nunca hasta ese momento se les había ocurrido que se pudieran introducir cambios en una realidad ya prefijada de antemano. Asi que Miguel y yo tendremos que hacer las 13 horas de autobús nocturno por separado: lo resistiremos.

Voy profundamente dormido, el autobús es muy cómodo y a pesar de las curvas logro relajarme: quizas la biodramina esté ayudando. Después del viaje de ida pase la tarde en la cama y vomitando, así que hoy no querido correr riesgos y voy dopado. A pesar de eso, me despiertan unos gritos: miro por la ventanilla y veo que estamos parados. Me asomo por el pasillo y por el parabrisas se ven muchas luces y otro autobús - ¿camión? - parado delante de nosotros. Alguien vuelve a gritar pero no entiendo qué dice...

Una mujer que va sentada detras de mí -antes me había contado que era de Mérida, el destino final de este autobús- le dice a su acompañante que hay hombres encapuchados fuera. Yo pienso que es un control militar: estamos en zona zapatista y últimamente las cosas están un poco tensas. Todavía estoy un poco atontado, así que vuelvo a cerrar los ojos pensando que los militares nos dejarán pasar sin problemas.

Se abre la puerta del autobús. Más gritos. Ahora reconozco las palabras "dinero" y "güey", apelativo mejicano equivalente a nuestro "tío", el catalán "nen" o el "co" aragonés. Alguien con una linterna se ha subido al autobús. Lo demas está todo a oscuras y no se ve nada más que los reflejos de la linterna del hombre que acaba de subir. Me vuelvo a asomar por el pasillo y lo que veo no es muy tranquilizador: no creo que sea constumbre de los militares mejicanos ir con botas altas, una gorra y un trapo cubriendoles la cara. Lo que oigo a continuacion confirma mis sospechas: "¡dame todo tu pinche dinero, güey!". Nos estan asaltando.

La señora de Mérida comienza a sollozar y nos dice que recemos; mi compañero de asiento me pregunta que está ocurriendo; un chico extranjero al otro lado del pasillo dice "he's got a fucking gun!"; varios niños del autobús lloran; ... La oscuridad es opresiva pero nadie quiere que la luz se le acerque, porque la única que hay la lleva un tipo con el rostro cubierto y con una pistola en la mano. Y ese tipo avanza fila tras fila pidiendo el dinero a cada pasajero.

Yo no sé si es la biodramina o es mi forma normal de actuar ante las situaciones tensas, pero lo observo todo como un espectador. Estoy nervioso, claro, pero para nada bloqueado como mi compañero de asiento, o histérico como la señora de Merida. Pienso en Miguel tres filas por detrás de mí pero no me atrevo a levantarme para ver si está bien. Mi primera reacción es: si me quita mi bolsa de mano la he cagado, allí llevo todas mis cosas de valor menos el pasaporte,
que va junto a 100 dolares en una bolsa que me cuelga del cuello. Así que mientras el bandido viene hacia las filas traseras empujo mi bolsa por debajo del asiento.

"¡Dame todo tu dinero, güey!"- le grita a otro pasajero mientras le apunta con la linterna- "¡rápido!". Y eso me hace pensar: si le digo que no llevo nada no me creerá ni de casualidad. Así que calculando el tiempo que me queda hasta que llegue a mi altura me vuelvo a agachar, cojo mi bolsa y saco la cartera. A tientas, elijo unos cuantos billetes y me los meto al bolsillo, la bolsa la vuelvo a meter debajo del asiento y la cartera la escondo entre los asientos por si se pone tonto y le tengo que dar más dinero. Al menos espero que mi bolsa pase inadvertida: allí llevo los billetes de avión, la cámara de fotos y casi todo mi dinero.

Tengo como cuatro billetes en el bolsillo e intento prepararme para actuar lo más tranquilamente posible cuando me llegue el turno. Ahora ya está a una distancia a la que podría tocarlo si extendiera mi mano. Sin embargo, no distingo muchos detalles porque la linterna esta apuntando a una chica alemana sentada en la fila que precede a la mía y su cara atrae toda mi atención. Ella debe de haberse preparado igual que yo porque nada más llegar el asaltante a su altura extiende la mano con un fajo de billetes. Él los coge y grita: "¡Más! ¡Más! ¡Más!". Ella le alarga la cartera, la mano temblándole tanto que se le cae antes de que él pueda cogerla.

Yo sé que me va a tocar hacer lo mismo que a ella y lo que me preocupa es que no sé cuánto dinero he preparado en mi bolsillo... ni siquiera sé si son dólares o pesos: como haya cogido los billetes de 1$ que siempre llevo a mano la habré cagado... eso no lo aceptará ni de casualidad. Y cuando alguien lleva una pistola, va enmascarado y grita, normalmente espera que le hagan caso...

Cuando el hombre se agacha a recoger la cartera alguien sube gritando al autobus: "¡güey!, ¡corre!, ¡rapido!, ¡que viene un carro!". El hombre de la linterna, al que yo ya oigo respirar -él parece el más nervioso de todos-, ni siquiera se agacha a por la cartera de la chica alemana: sale corriendo tan rápido como se lo permiten sus botas de lluvia.

Nada más bajar el asaltante del autobus nuestro conductor acelera, adelantando a otro autobus -¿camión?- al que también estaban atracando. La señora de Mérida grita: "recen todos juntos, es un milagro"; mi compañero de asiento sigue bloqueado y me pregunta: "¿les quitó su dinero a todos?"; una señora por detrás rompe a llorar; el extranjero del otro lado del pasillo grita de nuevo: "he had a gun!"; Miguel, desde atrás, me pregunta: "Ramón... ¿estás bien?". Yo me vuelvo y le digo: "sí, estoy bien... se ha quedado en la fila de delante". Todavía no me lo puedo creer...

Durante la hora de viaje que sigue hasta Palenque nadie duerme. Cada vez que el autobus para -la carretera está plagada de guardias tumbados- todas las cabezas se asoman por encima de los asientos, volviendo a bajar cuando de nuevo aceleramos. Y a cada vez, se oye un suspiro. Las historias circulan por el autobus: sólo tenía pistola el compañero que amenazaba al conductor, han puesto piedras en la carretera para obligarnos a parar, los dos tenían pistola, ha sido un milagro de Dios...

En la estación de Palenque hay otro autobús al que también han asaltado, pero como el conductor no ha parado les han tirado piedras y llevan dos cristales rotos: yo hubiera preferido eso a tener dentro un tipo con pistola pidiendo dinero. Le pregunto al conductor si esto es habitual y él me contesta con una medio sonrisa: "de seguido". Le pregunto que cómo es que la policía no hace nada y él se encoge de hombros. Antes de subir de nuevo al autobús hablo con un hombre que iba sentado en las primeras filas: me cuenta que le han quitado 2000 pesos, todo lo que llevaba encima (unos 200 dólares). Le pregunto si tiene algo para salir del paso y dice que no, así que entre Miguel y yo le prestamos lo suficiente como para que se pueda organizar hasta llegar a casa. Él no entiende muy bien por qué le damos el dinero y únicamente pregunta: "¿de dónde son ustedes?".

De nuevo en el autobus sentados, el conductor nos dice que tengamos cuidado porque acaba de haber asaltos en la carretera por la que tenemos que pasar nosotros ahora. ¿Más?, es la pregunta de todo el mundo. Y el conductor, de nuevo muy mejicano, responde: "pues eso parece". Yo le pregunto qué quiere decir con que tengamos cuidado, que es lo que podemos hacer. Y él contesta lacónicamente: "pues nada...".

Cada uno se prepara como puede ante la posibilidad de un nuevo asalto. Yo copio la idea de Miguel y saco todo de la cartera menos dos billetes... (ser Tig tiene tiene que tener algunas ventajas, como por ejemplo reaccionar con inteligencia en situaciones de violencia). Si les das la cartera entera no se van a parar a contar el dinero... Yo, sin embargo, dejo 200 pesos en la
cartera: Tig, más acostumbrado a las pistolas sólo les concede 40 pesos...

[Nota: mi hermano tiene una personalidad corporea llamada Miguel, en la que es dulce y tranquilo, y otra personalidad llamada Tig, con la que ha llegado a formar parte del equipo español de Counter Strike, un juego de ordenador en el que participan, precisamente, policías y terroristas.]

Me despierto en Campeche: he dormido cinco horas de un tirón. Ni siquiera la perspectiva de un nuevo asalto que nunca ocurrió ha logrado quitarme el sopor. Esta claro que no hay nada mejor que la biodramina para prevenir los efectos de un asalto a mano armada en medio de la noche, en alguna curva de la carretera que une San Cristobal con Palenque, con un bandido desvalijando todas las filas de un autobús menos las siguientes al asiento número 27...




jueves, septiembre 14, 2006

Blog "cerrado"

Después de muchos años de Ra y Mon, Escri y Be, he decidido "cerrarlo" y concentrar todos mis mensajes en un único blog: Pensamientos Aleatorios.

En un principio había pensado en mantener estilos y temáticas diferentes en cada blog, pero la falta de tiempo, los años pasados desde aquellos primeros mensajes en Lausana y otras muchas razones, me han hecho concluir que prefiero "publicar" todo en un mismo sitio web en lugar de dispersar las historias/anecdotas/curiosidades/etc.

Por tanto, a partir de ahora ya no mandaré mensajes a la lista de distribución, y tampoco pondré posts nuevos en este blog. Seguiré, claro, escribiendo historias "graciosas" sobre viajes y otras aventuras, pero tenderán a ser de tamaño más corto y estarán mezcladas entre otros pensamientos aleatorios que me vayan cruzando la mente.

Gracias por haberme leído durante todos estos años, y espero que sigáis haciéndolo en el blog anteriormente indicado.

domingo, agosto 13, 2006

Tallinn: cursillo del buen camarero

Nota: Si estáis planeando un viaje a Tallinn, os recomiendo que visitéis la guía de Tallinn que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.

Desde hace un tiempo, tengo un pequeño sentimiento de culpabilidad, porque en estos mensajes siempre tiendo a ridiculizar al prójimo. Por eso, hoy quiero hacer una excepción, y espero que este mensaje les sea útil a todos esos camareros del mundo que quieren hacer mejor su trabajo.

Nos encontramos en Tallinn, capital de Estonia. Compañeros de viaje: mi familia. A todos nos gusta el buen comer, y por tanto, dentro de todo viaje la comida y la cena son momentos importantes y preparados con antelación. Hoy, por ejemplo, hemos visto en la guía que no muy lejos del hotel donde estamos hay un lugar llamado Ö que está altamente recomendado para cenar. Son ya las diez de la noche, y como cualquiera que haya salido de España sabe, uno no se puede retrasar mucho más de esa hora o se encontrará todas las cocinas cerradas.

Por eso, cuando descubrimos que Ö está en obras y cerrado, comenzamos a preocuparnos. Una noche sin cenar para mi familia es tentar la catátrofe: los nervios se templan, las sonrisas se vuelven serias y si encima la partida de cartas resulta reñida algún miembro familiar puede acabar deseando no serlo. Exagero, claro, pero hacedme caso: dadnos bien de comer.

Desesperados, corremos calle arriba y abajo sin lograr encontrar ningún lugar abierto. Incluso en una pizzería de comida rápida nos ponen de patitas en la calle. Entonces, detrás del edificio de Ö descubrimos un restaurante llamado "Jahimes", anunciado con fotos de platos que no parecen muy apetitosos pero cuyas luces parecen indicar que está abierto.

Entro en la sala precedido por mi padre y me dirijo hacia una mesa donde varios camareros charlan entre ellos. Tardan un rato en reaccionar, pero finalmente, uno de ellos se levanta y, bamboleándose, me pregunta qué quiero.

Yo, sorprendido por su pregunta y por su borrachera a todos ojos evidente, tardo un rato en contestar, pero luego logro explicarle que somos cinco personas y que queremos cenar. Él, congestionado y con la nariz completamente roja, sonríe de oreja a oreja y me dice que por supuesto. A continuación tiene lugar la siguiente conversación (literalmente traducida del inglés):

- ¿Quieren cenar dentro o fuera?
- Fuera mejor
- De acuerdo, siéntense en la terraza y ahora les traigo los menús.
- Ya los puedo sacar yo si lo prefiere.
- Tranquilo, tío. Déjame hacer mi trabajo.

Una vez fuera nos reparte los menús y acto seguido pregunta qué queremos. Nosotros le pedimos que nos deje un poco más de tiempo (es difícil elegir en menos de un segundo, sobre todo teniendo en cuenta el tamaño de la carta) y él dice: "ok, two minutes".

Abrimos las cartas y comienzan las risas y los gritos de sorpresa: "¡hay anguila!", "¡tienen serpiente de cascabel!", "¡aquí hay un guiso de tiburón!". Saco mi cuaderno y comenzamos a apuntar los diferentes animales ofertados en la carta, hasta contabilizar un total de 29. Y de cada uno hay varios platos diferentes...

Además de los animales anteriormente citados y de los habituales mamiferos (casi no tienen pescado) en su carta aparecen, entre otros, el antilope, el canguro, el alce, la avestruz y el bisonte. Comenzamos a debatir sobre qué pedir y las preferencias dan una idea de lo poco que nos fiamos de un restaurante que está vacío y que tiene más de 100 platos en su carta: pollo, pollo, pollo, pollo y ternera.

Como el camarero no ha vuelto a salir a la terraza desde que nos ha dado dos minutos para elegir, mi padre entra en el restaurante para avisar de que ya estamos listos. Al cabo de un rato sale y dice: "no nos dan de cenar. El camarero dice que han cerrado".

- ¿Qué? (a cuatro voces)
- Sí, le he avisado de que estábamos listos y me ha dicho que la cocina estaba cerrada. Yo le he preguntado que por qué no nos lo ha dicho antes, y él me ha contestado: "no me han preguntado".
- ¿Qué? (a cuatro voces)
- Lo que oís: no le hemos preguntado...

Como mi padre tiene una vena bromista que en el pasado ya hemos vivido durante los viajes familiares (es famosa la broma del oso en Yellowstone) yo le digo que no me lo creo y me meto en el restaurante. Allí me encuentro con el inefable camarero borracho al que le pregunto si es cierto que la cocina ha cerrado.

- Sí, la cocina ha cerrado y ya no damos cenas.
- Pero... ¿cómo puede ser? Nos ha hecho sentarnos, nos ha dado los menús y hemos estado esperando durante quince minutos a que saliera a tomarnos nota.
- That is your problem, not mine.

Como estos mensajes van dirigidos a todos públicos voy a evitar describir lo que siguió a esa respuesta. Mientras le cantaba las cuarenta al camarero (que me observaba desde su borrachera la mar de tranquilo) salió un cocinero, que nos observó durante unos segundos y luego volvió a meterse en la cocina. A pesar de mis esfuerzos, no logré extraer una explicación coherente del camarero sobre cómo era posible que nos hubiera hecho sentarnos y elegir comida siendo que la cocina estaba cerrada. Segun él me repitió en varias ocasiones, ese era nuestro problema y no el suyo, porque no le habíamos preguntado si la cocina estaba abierta.

Lección aprendida: en Estonia, aunque te sienten en la mesa y te den los menús, hay que asegurarse de que la cocina está abierta...

Finalmente logramos cenar en una pizzería del centro de Tallinn (en la que curiosamente, al ir a pedir pizza la camarera nos comunicó que tenían de todo menos pizza) y yo gané la partida al Continental, así que todos terminamos contentos y felices nuestra primera noche en Estonia. Las noches que siguieron tuvieron lugar en Riga, Haapsalu y Helsinki, y si encuentro tiempo y ganas para escribir (y no me ocurre nada digno de mención en mi siguiente destino), tengo un par de historias más que contar. También con camareros, claro...

Ahora te pediría que le envies este mensaje a todos los que conozcas, porque hay que lograr extender la palabra: si hubiera mas camareros asi en el mundo todos seriamos más felices, porque cada uno de nosotros tendría mil anécdotas que contar en las reuniones familiares. Y ya se sabe, una familia con anécdotas que compartir permanece unida...

lunes, julio 17, 2006

Nueva York 9: mi casa II

Aun cerrando el grifo de la bañera con fuerza, lo que cae no son gotas sino un chorro continuo de agua. Es Harlem y es normal, pero a mí me parecía una pérdida de agua innecesaria y convencí a Philip para cerrar el agua general cada vez que no estemos utilizándola.

Cada día de esta semana, al irme a dar mi ducha matutina he tenido que pasar varios minutos intentando abrir la llave del agua general: Philip la cerraba tan fuerte que necesitaba coger dos trapos y girar con todas mis fuerzas. Además, por alguna causa que no entendía, cada mañana encontraba la bayeta que compré para limpiar el vater fuera de lugar. Como soy un poco maniático con el orden, cada día después de abrir la llave del agua volvía a poner la bayeta en su sitio.

Ayer por fin vi a mi compañero de piso. Llevamos horarios radicalmente opuestos (él se levanta a las 5h30 de la mañana, yo llego a casa a partir de las 10) y no coincidimos mucho. Antes de que se metiera en su habitación, aproveché para decirle todo lo educamente que pude:

- Oye, cuando cierres la llave del agua... ¿puedes hacerlo un poco menos fuerte (para que no tenga que estrujarme los dedos cada día)?

- ¿La llave? ¿Te despierto cuando la cierro?

- No, no es una cuestion de despertarme. Es que casi no la puedo abrir.

- ¡Ah! Pero por eso pongo siempre la bayeta azul junto a la llave, para poder abrirla y cerrarla con facilidad

- Ya... pero es que esa es la bayeta que uso para limpiar el vater...

- (la cara más expresiva que he visto desde hace unos meses)

Esta mañana el grifo se podía abrir usando un solo dedo... Moraleja: añade a todos tus problemas una bayeta sucia y estos se resolverán.

Aparte de los problemas con la bañera, las cosas van bien por casa: Philip se ha comprado 6 puzzles nuevos y está entretenido con ellos en lugar de pensar en otros temas. Además, desde que he descubierto como aumentar tu vida hasta el infinito y a entrenar a otros seres humanos a que hagan lo que yo quiero, le tengo mucho menos miedo a los congeladores...

Lo que sigo sin encontrar agradable son las cucarachas: con el verano le han cogido el gusto a ir sin ropa, y ya se sabe... eso aumenta el apetito sexual. Así que ahora además de las cucarachas papás y mamás tenemos los hijitos, que son un poco menos asquerosos que sus projenitores pero siguen sin ser mi mascota favorita. Por las mañanas hay tantas en la cocina que antes de acercarme al fregadero soy unos golpes para que tengan tiempo de esconderse. Aunque a veces no funciona todo lo bien que me gustaría: el otro día en concreto cogí la cuchara del desayuno con cucaracha incluida, que decidió subirse por mi brazo hasta que yo decidí tirarla al suelo de un golpe y chafarla. (apunte: os habíais fijado que "cucaracha" y "cuchara" son prácticamente la misma palabra? En mi casa también son el mismo objeto...)

Cuando todavía no había tenido tiempo de limpiar el cadaver de cucaracha, alguien llamó a la puerta. Como Philip me tiene bien entrenado y mi sentido del miedo se ha visto acrecentado gracias a los maravillosos periodistas de este país, pregunté antes de abrir:

- Whose there?
- Terminator! (en inglés de NY pronunciado: termineiror)

¡Ya está! Un bromista de correos - pensé...

- Whose there?
- The terminator, please open the door.

Alguien que se considera a sí mismo un robot enviado del futuro para proteger/matar a un humano no puede ser malo, me dije. Y abrí la puerta...

- Who are you? (porque realmente tenía un look a lo terminator, incluso con su depósito y pistola aspersora colgando de la espalda)
- I am the exterminator, can I come in?

Por lo visto las puertas de madera tienen una tendencia a comerse los sonidos "ex"...

Me informé de si tenía que pagar o no (en Barcelona he renunciado a usar exterminadores para mis ratones: cobran muy caro y los ratones se les ríen en la cara) y como era gratis le dejé pasar.

- Where are you from? - me preguntó. (sí, a veces detectan que no soy americano)
- Spain.
- Ah, well... I don't know in Spain but here it is mandatory that the landlord pays for the exterminator
- Ah.

Ya veis, tolerancia cero incluso con los pobres insectos...

El terminator de cucarachas la verdad es que no fue muy efectivo y sigue habiendo tantas como antes de que él viniera, pero a mí ya me da igual porque, aparte de que me quedan dos semanas aquí, he decidido comer en platos de plástico y así estrenar vajilla cada día. Es la única forma de estar seguro de que una cucaracha no ha pasado por tu plato. Y así de paso me adapto a la filosofía que impera en esta sociedad: consume todo lo que puedas porque todo lo que tú dejes atrás puede que lo use otra persona. Y si no me creéis, un ejemplo aquí.

miércoles, julio 05, 2006

Publicidad

Perdón por la publicidad que habéis recibido últimamente al conectaros a este blog. El contador de visitas que tenía colocado en el blog se había tomado libertades que no le correspondían... Ya lo he quitado.

martes, julio 04, 2006

Nueva York 8: en correos

Esta mañana he ido a correos (United States Postal Service). Tenía un poco de prisa así que cuando he visto la cola que había frente a las ventanillas he pensado en irme y volver otro día. Pero los documentos que debía enviar eran importantes así que he decidido quedarme.

Uno tras otro, mis vecinos african-americans iban pasando por una de las dos ventanillas abiertas, tardando una eternidad en darle una ficha a la señorita, firmar un papel, recibir unos billetes y contar que la cantidad de dinero era correcta. Por qué estaban todos en correos y por qué recibían todos tanto dinero se me escapa, pero el caso es que esa cola avanzaba milímetro a milímetro. Hasta que una sonrisa me ha asomado en la cara: desde mi posición entre dos señoras de 150 quilos cada una he distinguido en la entrada de la oficina los que iban a ser mis salvadores: una balanza, una máquina expendedora de sellos y un buzón.

"Esta es la mía" - he pensado - "no hace falta que haga la cola". Y directo hacia la balanza me he ido...

Lógicamente, y en concordancia con el aspecto tercermundista de la oficina de correos, la balanza no funcionaba. Le he dado a todos los botones que había allí, pero una de dos: o mis diez folios de documentos tenían peso nulo o la balanza no estaba equilibrada. Como entretanto la cola había aumentado en varias personas, he decidido adoptar una estrategia "Ra" y "Mon": he presionado la báscula con mi dedo hasta que ésta ha marcado el peso que yo estimaba tenía el sobre, y luego le he dado al boton de calcular el precio. Resultado: "1.70$".

Con esa información en mente me he dirigido a la máquina expendedora de sellos. Me ha costado un rato entender su funcionamiento, pero finalmente he podido deducir que tenía tres posibilidades: 1) comprar sellos de 39 centavos, 2) comprar sellos de 3 centavos y 3) comprar postales. En un día en el que yo hubiera estado más receptivo y menos estresado, eso podría haberse convertido en la divertida actividad de "calcula el mínimo numero de sellos que necesitas comprar para llegar a 1.70$ si dispones de unidades de 39 y 3 centavos". Pero hoy no me he levantado con espíritu muy científico, así que he optado por una solución "Ara" y "Gues" (frente a la otra solucion de hacer el cálculo, que hubiera sido "Pele" y "Ato"): comprar 6 sellos de 39 centavos. Me he dicho: tengamos en cuenta que mi dedo sobre la balanza no es el método más exacto de medir el peso de una carta y que además ni siquera estoy seguro de haberle dado al buen botón. Prefiero pasarme de largo...

El billete más pequeño que tenía era de 5$, así que después de comprar los seis sellos de 39 centavos esperaba un cambio de 2.66$. Pero es una ley de vida que las máquinas nunca dan cambio, y en EEUU las leyes se respetan. Me he quedado con cara de tonto mirando a la máquina, golpeándola y apretando todos los botones que en ella había. Al menos, me he dicho, que me diera otros 6 sellos de 39 centavos. ¡Quién hubiera dicho que 5$ se puede subdividir en unidades de 39 centavos! Yo no, desde luego...

Pero no... la máquina tampoco quería darme más sellos. Yo tampoco los necesitaba para nada, pero lo hubiera preferido a perder el dinero. Al menos podría haber puesto los 5$ en sellos en mi sobre y así quedarme tranquilo.

Una señora con sombrero, gafas, bastón y mirada dominante se ha acercado y me ha preguntado si me ocurría algo. Se lo he explicado, ella ha leído por mí todas las palabras que aparecían en la máquina, ha decidido que no había nada que hacer y luego se ha vuelto a sentar en el borde de la ventana junto a otra señora. Esta última, con su taca-taca. Y ambas, con pintas de estar pasando la mañana en la oficina de correos, pues ni estaban en la cola ni esperaban a nadie en particular.

Yo, harto de la vida y de correos, he puesto los sellos en el sobre, lo he metido en el buzon y me he dirigido a la salida, dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva y dejar ese incidente atrás. Pero en la puerta estaba la señora del bastón, que me ha bloqueado el paso y me ha dicho: ¿no te vas a ir sin reclamar tu dinero de vuelta, verdad? Es mucho dinero... Yo me he colapsado un poco y me ha dado verguenza irme sin intentar recuperar esa gran cantidad de dinero, así que siguiendo su consejo he ido a hablar con la señorita de correos (de 120 quilos de peso, trenzas y mirada penetrante). Ella inmediatamente me ha dicho que no sabía nada sobre esa máquina, que ella no era responsable. Un poco más y me dice que es la primera vez que la ve...

Con esa coartada y harto de estar perdiendo el tiempo, he vuelto a dirigirme hacia la salida. Allí la señora del bastón me ha vuelto a decir: "yo iría a información a pedir que te devuelvan el dinero". Y yo, dócil y entregado a la desesperación, he ido a información.

Despues de cinco minutos llamando al timbre (y viendo como el que inicialmente me precedía en la cola de las ventanillas salía de correos con sus objetivos cumplidos) ha aparecido un hombre (de 50 quilos, calvo, mirada perdida) que me ha preguntado qué quería. Se lo he explicado y me ha dicho que ellos no eran responsables de la máquina. Le he dicho que cúal era entonces la solución (no quería volver a enfrentarme a la señora del bastón con otro fracaso) y él me ha dicho: "puedes rellenar un formulario". Y de un cajón, ha sacado un formulario titulado "Stamp vending Machine Reimbursemen Request" (Petición de reembolso para la máquina de sellos).

¡Tienen hasta un formulario para los fallos de la máquina! No me lo podía creer...




Lo he rellenado completo salvo el lugar donde ponía "machine ID (A 6 digit number on the front of the vending machine)", porque en la máquina en cuestión no había ningún identificador. Estos sí que son listos... tienen un formulario que lo envían a algún lugar indeterminado para que te reembolsen, pero en dicho lugar ignoran que máquina ha dado el problema y todas las quejas se archivan. Y para asegurarse todavía más de que seas consciente de que estás haciendo algo "malo", en la parte de abajo del formulario ponía: "the submission of a false, ficticious, or fraudulent statement may result in imprisonment of up to 5 years and a fine of up to $250,000".

He vuelto a información, pero ahora había allí otras dos personas (una de ellas con el dedo sobre el timbre, llamando frenéticamente) y al cabo de 5 minutos esperando sin que apareciera el hombrecillo me he ido. Al pasar junto a la señora del bastón he bajado la mirada, admitiendo mi fracaso. A veces en la vida es conveniente perder para poder seguir viviendo...

Nota: ahora que en la foto veo el formulario que yo habia rellenado, me alegro de no haberlo entregado... ¡en el calculo mental rápido que habia hecho en correos me he confundido y estaba reclamando 6 centavos de menos! Y eso era claramente fraudulento... y me merecía los cinco años de cárcel.

lunes, junio 26, 2006

Nueva York 7: el otro

Mi estancia en Nueva York se vio interrumpida durante unos días para volver a Barcelona. Entre otras razones estaba la boda de Rut, pero mi principal motivación era comprobar si mi casa seguía en pie: hace unas semanas hubo una reunión de vecinos y las cosas están calientes por el Raval...

Hay buenas noticias -van a hacer peatonales todas las calles de mi zona- y otras no tan buenas: por ejemplo, ya han robado en todos los entresuelos de mi edificio; y vuelve a haber ratones; y la mitad de vecinos no se habla con la otra mitad. Ah, me olvidaba... y algún traficante de cocaína decidió que la terraza de enfrente de mi piso era un buen lugar donde guardar la mercancía, y colocó varias bolsas en cada una de las macetas de mis vecinos del 4-2. Muy divertido y agradable el asunto... Hice un comentario al respecto el otro día en mi nuevo blog de "Pensamientos Aleatorios"

Por lo demás, todo seguía más o menos igual: la vecina de abajo sigue hablando sola en su terraza, estamos en juicios contra cuatro vecinos que deben a la comunidad 6000 Euros, la loca del segundo piso me lanzó un par de gritos cuando le dije a sus hermanos que el ascensor no era para jugar, ... Todo continúa siendo muy divertido.

Lo mas reseñable del viaje ocurrió a la vuelta. Yo tengo una especial habilidad con dos tipos de situaciones: los dependientes de tiendas que me odian (próxima crónica de Ra y Mon, Escri y Be: "todos me odian") y los aeropuertos/aviones. Esta vez el viaje fue agradable pero fui testigo de varias situaciones muy graciosas. Por ejemplo, en la cola del check-in... EEUU obliga ahora a las compañias de avión americanas a comprobar la 'peligrosidad' de los pasajeros antes de subir al avión. Para ello, hay unos 'especialistas en seguridad' que antes de entrar a facturar te hacen una serie de preguntas muy complicadas para que -si eres un terrorista- te autodelates al no saber contestarlas...

- ¿Qué ha venido a hacer a España?
- Tenía una boda
- ¿De quién?
- De una amiga
- ¿Y dónde se ha alojado?
- Con mi amiga - es broma, je je
- Me puede dar la dirección donde se ha alojado -muy serio.
- Sí, en mi casa
- ¿Tiene una casa en España?
- Sí.
- Ah.
- Ah. (tentado de decirle... ¿pero no ves que soy de Zaragoza por mucho pasaporte americano que tenga?)
- ¿Y sabe la dirección?
- ¿De mi casa?
- Sí
- Claro, es mi casa.
- ¿Y me la puede dar?
- (se la doy... que pesado...)
- ¿Y ha hecho usted mismo el equipaje?
- ....

En este punto ya me había cansado de hacer el tonto y le di todas las respuestas estándar para estas preguntas estúpidas. El genio que se crea que un terrorista no se sabe hacer el equipaje el mismo... ¡vamos, por favor! Mr President: los terroristas también se saben hacer el equipaje.

Pero en la cola habia muchas parejas de recién casados, y por algun capricho del destino (o de las agencias de viajes, o del cierzo, o...) eran casi todas de Zaragoza. Y no sólo eran de Zaragoza sino que varias de esas parejas sospecho que nunca habían ido más allá de Botorrita. Transcribo palabra por palabra la conversación que se produjo entre el 'experto' en seguridad y la moza que iba detrás de mí...

- ...
- ¿Y ha hecho usted misma el equipaje?
- Bueno, me ayudó mi madre, pero yo estaba delante.
- ¿Y alguien le ha entregado algo después de que tuviera el equipaje finalizado?
- Ayyyyyy.... ¡no sé! Yo creo que no... - dirigiéndose a su marido -¿a ti alguien te ha dado algo? Ay, ¡qué digo! No nos han dado nada... Lo que sí que nos han encargado muchas cosas para traer de vuelta...
- ?
- ¡Pero son cosas como gorras y camisetas! Ja Ja Ja, Je Je Je
- ?
- (el recién marido ríe también en voz bajita: ji ji ji. Por dentro, y aquí estoy elucubrando, piensa: que graciosa es mi mujer)
- De acuerdo: ¿llevan sus maletas listas, verdad?
- Ay, bueno: yo llevo la suya -señala a su marido- porque pesa menos. Ja Ja Ja Ja Ja, Je Je Je Je Je
- Pasen, pasen...


Otra de las conversaciones que se produjo a mi lado no fue tan divertida. Una americana le decía a otra: "I'm so ready to go back home". Que viene a decir (esta gente vive en un eufemismo vital continuo): "tengo unas ganas de volver a casa increíbles". La otra le preguntó por qué y la americana so-ready-to-go-home rápidamente resumió su impresión de Barcelona: la gente es ruda, el servicio deplorable y la ciudad está guarrísima (filthy). En los dos primeros puntos discreparía. El tercero no era una opinión, es una realidad...

En el avión me tocó sentarme con una adolescente que viajaba con sus padres, y descargó toda su indiferencia familiar sobre mí. Yo tampoco tenía muchas ganas de hablar, pero es que ella ponía una cara de asco...

Casualidad de las casualidades, en la cola de llegada a la inmigracion de Nueva York me encontré con Josep, que también volvía de la boda, acompañado de sus sobrinas. Josep, además de ser muy majo y de buscar apartamentos para la gente que viene a Nueva York (por si os hace falta, su email es: apartamentos_gratis@newyork.com), es el único ser humano en el mundo que teniendo menos de treinta años tiene sobrinas, sobrinas-nietas y un sobrino mas mayor que él. Como Josep pasaba por la cola de españoles-peligrosos-a-los-que-hay-que-hacerles-fotos-y-huellas-dactilares y yo por la de americanos-buenos-que-nunca-han-hecho-nada-malo, tuve que esperar un rato en la recogida de maletas y, cómo no, descubrí que una de esas parejas de recién casados no me era ajena: ¡reconocí a un compañero de carrera!

Yo no soy muy bueno con los nombres -ya lo he contado aquí alguna vez- pero esta vez algo se iluminó en mi mente: "¡Germán!". Hay que decir que tuve casi diez minutos para que se iluminara mi mente, porque su maleta no salía, pero aprovechando esa novedad memorística a la que no estoy acostumbrado, cuando pasó a mi lado dije "German", no tan fuerte como para que se asustara en caso de que me hubiera confundido pero tampoco de una forma que se pudiera confundir con un murmullo interior.

¡Y entonces vi el pánico en sus ojos! ¡Esa mirada desesperada que yo he lanzado tantas veces al no recordar un nombre! ¡Germán no se acordaba de cómo me llamaba! Qué placer... pero como tampoco soy sádico y sé que se pasa mal en esas situaciones (y además, estaba su recién esposa a su lado) le dije:

- Hola, soy Ramón. Un compañero de carrera.
- Sí, sí, te he reconocido.
- Ya.
- Pero tú no eres Ramón, eres Pablo.

¿Ehhhh? ¿Cómo? Esto sí que es bueno... o este chico no tiene mucha experiencia en no reconocer a la gente o es un temerario. La regla número uno es que si alguien te dice "me llamo X" tú te lo tienes que creer y decirle "Hola X, ¿qué tal estás?". Cambiarle el nombre a alguien pase... ¿pero negárselo? ¿Aplicará Germán esa estrategia a menudo en su vida? Irá a visitar a los clientes y cuando el directivo de una empresa se presente -"Hola, soy Joaquín"- Germán le apretará la mano diciéndole "¿Cómo andas, Eulogio?".

- No, no. Yo soy Ramón.
- No, Ramón era el otro.

¿Qué? ¡Es que lo impresionante es que no me lo decía en broma! ¡Me estaba intentando convencer de que yo no era Ramón, que yo era Pablo! Ya casi hasta me enfadé...

- Oye, de verdad. Que soy Ramón.
- Bueno, vale. Creía que eras el otro, Pablo.

¿El otro? Ahora cobro consciencia de que durante la carrera yo era "el otro". Si alguien le había encargado a German que me bajara el ego, hay que decir que lo consiguió. ¿El otro? Y es que lo mejor es que sí, había un Pablo en mi clase, pero creo que, aparte de las primeras semanas de primero, no hablé con él más de tres frases durante los siguientes cinco años... Eso sí, los dos éramos de Marianistas... Quizás Marianistas marque tanto que seré "el otro" por siempre jamás...

Como esa conversación no iba a ningún lugar les pregunté qué venían a hacer a Nueva York -pregunta obvia, lo admito... pero a lo mejor Germán pensaba que estaban en OTRA ciudad con un nombre diferente-. German dijo que se acababan de casarse y luego se despidió rápidamente, como si tuviera prisa por ir al hotel. Yo creo que a este chico le ha pasado algo desde aquella época en la que él era uno más de la clase y yo "el otro".

Salieron Josep y sus sobrinas - ahora no estoy seguro de si estas eran sobrinas o sobrinas-nietas - y juntos cogimos un taxi, lo que minimiza el numero de historias originales que te pueden ocurrir pero garantiza que estarás en casa en un tiempo óptimo. Siendo que en Nueva York, un tiempo de transporte óptimo varía entre una hora y varios días. Por ejemplo, hace unas semanas se inundaron todos los metros que cruzan de Manhattan a Queens y la gente tuvo que andar 4-5 horas para volver a casa. Pero esto ya pertenece a otra crónica: moviéndose por Nueva York.

jueves, junio 15, 2006

Nueva York 6: Misa Harlem

Nota: Si estáis planeando un viaje a Nueva York, os recomiendo que visitéis la guía de Nueva York que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com. También tenemos una guía de Estados Unidos y recientemente hemos escrito en el blog unos consejos para desayunar en Nueva York.

En los tiempos que corren, pobres en espiritualidad de la verdadera y ricos en teorías basadas en seres supraterrenales de poderes inimaginables que nos transmiten su doctrina a través de mensajeros poco fiables, cada vez menos gente va a misa. Pero eso es en Europa... En EE.UU. las iglesias se llenan los domingos, los políticos afirman creer en el único Dios porque de otro modo nadie les votaría y a muy pocos les extraña que el presidente invoque a Dios para justificar sus acciones. A fin de cuentas, incluso en los billetes pone 'God Bless America'... y si lo dice el dinero...

Sin embargo, todos los domingos las iglesias de Harlem reciben la visita de europeos deseosos de ver que es eso de una misa gospel. Uno puede imaginarse más o menos en que consiste ese tipo de misa por las películas, pero hasta que uno no lo vive en persona no puede llegar a entender la dimensión que este espectáculo - y digo bien, espectáculo - puede alcanzar.

A las diez y media de la mañana me recogen en mi casa Josep, Eric, Brigitte y Clara. Josep es el amigo que me encontró la habitación en casa de Philip -y por lo que le estoy muy agradecido, principalmente porque abrir la puerta de entrada es una aventura apasionante cada día- y Eric, Brigitte y Clara están en Nueva York por diversas razones: trabajo, vida y turismo. Han llegado un tanto tarde -habíamos quedado a las diez y cuarto- y yo estoy un poco tenso porque no quiero entrar en una misa ya comenzada, con lo que supone eso de ruptura del ritual. Corriendo un poco, vamos desde Manhattan Ave. & 116th St (mi casa) hasta Malcom X Ave. & 126th St (la iglesia a la que vamos). llegamos con las gotas de sudor cayendo por nuestras mejillas pero a justo a tiempo. En la puerta, un hombre con un traje blanco y sombrero del mismo color nos recibe con un apretón de manos y una sonrisa. Yo me alegro de haberme puesto mi única camisa...

Subimos las escaleras hasta el primer piso y entramos en la iglesia, que si no fuera por las cruces y el (especie de) altar-escenario se podría pensar que es una sala de conferencias. Nada más entrar me doy cuenta de que mis prisas no tenían ningún sentido: en la sala sólo hay cuatro o
cinco personas y en el escenario, aparte de dos 'padres' con túnicas negras, una señora que baila, un batería, el guitarrista y el pianista, no hay nadie más. La señora que parece encargada de organizar las cosas nos manda hacia las filas traseras, donde una chica con un traje azul ya se ha colocado frente a una esquina con los brazos abiertos en cruz y se tambalea al ritmo de lo que parecen ser sus rezos interiores. Somos y seremos los únicos blancos, pero en todo momento nos sonríen e incluso alguno se acerca hasta nosotros para darnos la bienvenida.

Durante las siguientes dos horas van entrando afroamericanos (así es como les gusta a ellos que les llames... aunque a mí la palabra me hace pensar en un DJ de pelo rizado en forma de bola) trajeados, cada cual más elegante que el anterior. Esta gente tiene dos ventajas sobre nosotros: no tienen sentido del ridículo y los trajes de colorines les quedan bien. Yo no consigo visualizar a mis abuelas vestidas de rosa, con enaguas, sombrero -rosa también- con flor y zapatos rosas, y sin embargo aquí hay varias señoras muy mayores que llevan combinaciones a cada cual más atrevida. Y tampoco imagino a mis abuelas levantándose en una misa y marcándose un break dance, pero aquí las que llaman la atención son las que no lo hacen. Al ritmo de los diferentes 'presentadores' que se van sucediendo en el escenario, la gente levanta los brazos y grita "Aleluya" o "Amen" (en cierto momento Brigitte se vuelve hacia mí y me pregunta: "¿por que dicen 'ey, man'? ¿A que se refiere? ¿nos esta diciendo 'eh, tíos'?" ), a otros les da el baile de San Vito y vibran girando y diciendo "oh, yeah, I feel God", algunos emprenden un diálogo en voz alta sobre las cuestiones que el cantante-pastor plantea, ...

Hacia mitad de la misa reparo atónito en que los rollos de papel que hay en cada hilera de bancos no son para sonarse los mocos (perdón) ni para secarse el sudor, sino para evitar que las lágrimas de emoción les goteen por la cara. Cuando la cantante-hermana alcanza el clímax, con el batería marcando cada una de sus palabras con un golpe de platillo - "oh, yeah! God loves you! And he is working for you... who is feeling God working for him? You? Yeah! Amen! I feel it! The lord is working for me! oh yeah, aleluya!"- numerosas personas se dirigen a los rollos de papel, cogen un trozo y se secan los ojos... Luego, vuelven a sus bancos y siguen llorando, en silencio o gritando, pero siempre con los brazos en alto y moviendo la cadera al ritmo del coro. Por cierto, ahora en el escenario hay unas cuarenta personas: la mayoría son voluntarios que se han ido uniendo al coro y cantan con un ritmo y unas voces que me hacen sentir torpe y blanquito. Y es que lo soy... sobre todo cuando la boca se me queda abierta de asombro al escuchar desde el escenario la frase del padre que lleva ahora la batuta, que simula hacer footing frente al micrófono y dice: "I feel like terminator". Lo que sigue no lo entiendo porque mis oídos están bloqueados por el impacto de que un cura se identifique con terminator...

Josep y Clara ya han decidido hace días que los negros son una raza superior -por sus cuerpos, por su alegría estruendosa, por sus voces, ...- y salen de la iglesia durante el intercambio entre dos 'presentadores'. Les llamo 'presentadores' porque si les llamara curas no captaríais su papel en este espectáculo: esto no es una misa de las que estamos acostumbrados (en las dos primeras horas no se ha producido ningún protocolo de los que las misas más tradicionales están llenas), es más bien un concierto en el que la temática es religiosa y la gente llora de emoción mística. Eric, Brigitte y yo nos quedamos un rato más, esperando que suba a la tribuna el cura 'serio', el titular de la iglesia. Pero incluso cuando éste sale a escena las cosas cambian bien poco: dice un par de mensajes simples - 'no hay que ser impacientes en la vida'- y luego se pone a cantar otra vez. Y en los cantos, el mensaje es todavía más concreto: "God loves you and he is working for you. Love is contagious". Desde luego, esta gente ha logrado darle un formato a la misa que les hace estar mucho más cerca de su espiritualidad. Incluso cuando pasa la cesta para las limosnas - en este caso, el padre recomienda que hoy demos siete dólares cada uno; el domingo siguiente serán diez dólares porque tienen que comprar comida para pentecostés- la gente se emociona y muchos escriben en un papel sus 'necessary changes' y los introducen en la cesta junto al dinero.

Ya tenemos suficiente y esto parece que va para largo. A las dos horas y media de haber comenzado 'la misa' nos vamos, sin haber asistido a un solo ritual prediseñado pero asombrados de como viven aquí la religión. Yo no me siento más cerca del paraíso ahora que antes, pero me lo he pasado casi tan bien como cuando voy a bailar minimal-house-electro a una discoteca. Sólo me falta perder el miedo al ridículo y ponerme a bailar con ellos, y ya no necesitaré salir por las noches; y encima esto es (casi) gratis.

sábado, mayo 20, 2006

Nueva York 5: censurada

Esta crónica la autocensuro.

Los que están apuntados a la lista de distribución (ver link de la derecha '¿quieres recibir el blog por email?) la recibirán en sus emails el Domingo. Los demás nunca la verán, lo siento, es por mi bien.

¿Por qué?, os preguntareís...

No es una burda técnica de promoción de la lista de distribucion. Simplemente es que no quiero acabar en un congelador hecho trocitos ...

El Domingo más...

miércoles, mayo 03, 2006

Miami Beach - Nueva York

Nota: Si estáis planeando un viaje a Miami, os recomiendo que visitéis la guía de Miami que hemos escrito recientemente en BuscoUnViaje.com.

Creo que ya lo he comentado en alguna crónica, pero nunca esta de más repetir una verdad: yo soy un tipo normal. Soy muy normal, de verdad, pero debo de desprender alguna esencia que obliga a las personas que me rodean a actuar de forma extraña. Esa es la única explicación en la que puedo pensar... aunque bien pudiera ser que estas cosas le ocurran a todo el mundo y el problema esté en que yo observo la realidad con demasiada atención. Si es el caso, os rogaría a todos que me contarais vuestro secreto para no fijaros en las cosas, porque os prometo que yo no disfruto especialmente de estas situaciones. Lo repito: soy un tipo normal.

Este fin de semana he ido a Miami Beach, Florida, con varios objetivos en mente: 1) visitar a Carlos, un amigo de Zaragoza; 2) conocer a Alicia, la mujer de Carlos; 3) acompañar a Josep, un amigo de Barcelona que ahora vive en Nueva York y 4) ver con mis propios ojos tal imponente lugar, el escenario de tantas peliculas, la ciudad donde vivía Sony Crocket (algun día os contaré por qué algunos amigos del colegio todavía me llaman Sony).

Hasta aquí todo dentro de lo habitual. Voy incluso a atreverme a decir que acepto como normal el hecho de que el único gel de ducha que había en el baño de Carlos fuera "al pepino". Cualquiera que me conozca un poco sabrá de mi amor por el pepino- sólo superado por mi pasión por el cilantro- y por tanto comprenderá que no me haya lavado demasiado durante el fin de semana. Hasta aquí todo normal...

Incluiré también como algo aceptable que en el avión de ida una chica sentada en la fila anterior a la mía (menos mal que no le tocó conmigo...) narrara en voz muy alta (segun ella, se había emborrachado antes de subir al avion haciéndole compañía a un israelita) todo lo que iba a hacer ese fin de semana con su novio y con su mejor amiga Jenny. Dedicó la mayor parte del viaje a convencer a sus compañeros de butaca de que la llamaran esa noche para salir juntos, porque "my boyfriend knows everyone" y "I know everyone" y "we are going to have a great time together". Sus compañeros, educados, sonreían y le iban contestando. Los americanos son extremadamente hábiles para hablar con gente a la que no conocen de nada.

Hacia el final del viaje transcurrieron dos conversaciones que quiero compartir con vosotros:

Momento 1:
(hago traducción simultanea)
(todo esto dicho a grito pelado)

- Y sabéis... yo siempre sé exactamente lo que mi novio está haciendo.
- ¿?
- Sí... ahora mismo esta en el trabajo, pensando en mí, y tiene una enorme erección
- ¿?
- Sí... siempre tiene una enorme erección cuando piensa en mí...
- ¿?

Momento 2:
(después de aterrizar, levantarse, gritar y dar palmadas diciendo 'I am so excited', y coger su teléfono móvil)

- Hi, Jenny, it's me. ¡Estoy en Miami!
- ...
- ¿Me vas a hacer coger un taxi?
- ...
- (cuelga bruscamente... su mejor amiga Jenny le va a hacer coger un taxi en lugar de ir a buscarla. Se pone triste pero pronto se recupera y llama a su novio para poner verde a Jenny.)

Mientras salimos, un pasajero les dice a los vecinos de asiento de esta chica: "merecéis una medalla".


De acuerdo, una chica borracha hablando de más en el avión. A todo el mundo le puede ocurrir. Y aun considerándolo fuera de lo normal, no debo quejarme: en cuanto me junto con otra gente las cosas vuelven a su cauce normal. El fin de semana con Carlos, Alicia y Josep transcurrió de una forma placentera. Miami es una mezcla entre Salou y Beverly Hills, clubs nocturnos mas fashion que ningun otro que haya visto (piscina elevada y rebosante, camas blancas, cortinas, hiedra cayendo, ...), playas con paseos llenos de bares, geles al pepino, canales e islas con mansiones tan grandes y tan caras que las cifras me bailan, ... Sólo me acuerdo de que en la excursión en barca que hicimos vimos un yate que costaba 50 millones de dólares; y que mantener ese yate costaba 5 millones de dólares al año. No sé... yo no puedo imaginar esas cantidades... En cuanto una cantidad pasa de lo que yo gano en un año me pierdo... y soy becario. ¿Cuántos sueldos de becario me harían falta para comprar ese yate? Ehhh... haciendo un cambio de moneda generoso, en 33.333 años habré acumulado el capital necesario... Por ahora me conformo con haber estado un rato tomando un mojito en este hotel-discoteca-club:

Foto

El sábado por la noche Carlos y Alicia nos llevaron a cenar a un restaurante griego donde la gente se subía a las mesas para bailar y los camareros tiraban cientos de servilletas al aire (esto no lo entendí... pero a los americanos les parecia normal y gritaban de júbilo cada vez que tiraban servilletas). Tampoco entendí por qué en el baño de este bar había un hombre trajeado que me observaba mientras mingitaba. Sólo cuando fui a lavarme las manos y él adelantó su mano para abrirme el grifo intuí que quería algo más de mí... Consiguió abrir el grifo porque yo me eché hacia atrás, pero cuando intentó ponerme jabon en las manos decidí que eso ya era demasiado incluso para alguien tan tolerante como yo... Me volví hacia él y le mire con mala cara, para acto seguido entender por qué estaba ese hombre trajeado allí: tenía una bandeja para que la gente le dejara un dólar de propina a cambio de: 1) abrirles el grifo, 2) ponerles jabon, 3) secarles las manos y 4) darles colonia. Lo entendí, pero le bloqueé con mi cuerpo impidiéndole acercarse al jabón o a mis manos... ya soy mayorcito para hacer estas cosas yo solito...

La verdad es que de ésta salí bastante airosamente: era la situación perfecta para que yo cayera en el malentendido y creara una situacion 'extraña', como por ejemplo lanzarle el bote de jabón a la cabeza. Pero claro, estando Josep, Carlos y Alicia cerca nada me podía ocurrir... Incluso gracias a ellos, la bailadora del vientre que me invitó a subirme a la mesa con ella no insistió demasiado, y pude seguir sentado en mi silla, mirando hacia el suelo para que no me sacara.

El domingo hicimos turismo por Miami, comimos en cantidad (en EEUU, quieras o no quieras, siempre comes en cantidad) y fuimos al Wal-Mart (esto a petición mía: no podía ser que hubiera pasado tanto tiempo en este país y nunca hubiera pisado un Wal-Mart... Sería como vivir en España y nunca haber pisado El Corte Inglés. Aproveché de paso para comprarme unos calcetines y unos tupperwares: Philip tiene ocupado el congelador con sus tuppers y quizás ahora que yo también tengo unos cuantos me deje algún hueco). Y ya por la tarde, de nuevo al aeropuerto. Y al subirme al avión, la influencia de mis acompañantes debió de desaparecer, porque de nuevo comenzaron a ocurrir cosas extrañas.

Nada más sentarme observé que la mujer al otro lado del pasillo no estaba muy bien, porque resoplaba y se movía inquieta en su asiento. Me extrañó por tanto que se pidiera primero un vodka con tomate, luego un vodka con tomate, luego una cerveza y más tarde una botella de vino; también se comió unos cacahuetes. Eso por un lado. Delante de ella, un africano (por el acento) subsahariano (por el color) se movía en su butaca adelante y atrás. A la mujer borracha no parecía importarle ese movimiento, estaba concentrada en gritarle a su marido, en voz muy alta y en un idioma que no identifiqué pero que me arriesgaría a decir que era ruso (por el vodka). Dejé de observar a la señora cuando el hombre de delante de ella se subió a la butaca y comenzó a gritar. Todo el avión se giró hacia él, algunos con gesto de miedo, otros diciéndole que se callara, y sus vecinos de butaca alejándose todo lo que podian. El africano subsahariano, inmune a nuestras miradas, seguía gritando, mirando a la televión (en el avión habia pantallas individuales con 24 canales de televión) donde varios atletas competían en una prueba de atletismo. Durante unos segundos yo pensé en las posibles soluciones en caso de que este hombre se hubiera vuelto totalmente loco, pero las desheché todas cuando me di cuenta de que estaba animando a uno de los corredores. ¡Subido en la butaca! ¡Gritando! ¡Diciéndole a todo el mundo que le estaba recriminando que se callaran, poniendo su dedo en la boca, diciendoles que no le dejaban oír! Impresionante... pero al menos el susto se quedó en nada. Y sí, estas cosas dan miedo, y más en un país donde un cartel de este estilo te saluda al llegar al aeropuerto:

Foto

¡¡¡Qué las descarguen!!! Pero... ¿cómo que las descarguen? ¿Desde cuando uno puede llevar pistolas?

La mujer que estaba junto a mí, ya totalmente borracha, seguía gritándole a su marido. Ni siquiera se dio cuenta del espectáculo que se había montado delante de ella. ¡Y eso que su marido tuvo que quitar las bebidas de la bandeja porque se iban a caer por los golpes que daba el africano! Lo más impactante es que el marido no le había contestado ni una sola vez desde que habíamos empezado el viaje... ¡no abrió la boca! Ella le gritaba y él no contestaba. Vaya paciencia... Claro, no sé si ella le gritaba porque él no contestaba o él no contestaba porque ella le gritaba... quizás esta mujer comenzó a beber porque su marido nunca le hablaba. Uno nunca conoce los orígenes de las imágenes temporales que presencia...

Fuera lo que fuera, hacia mitad del viaje la mujer comenzó a darle puñetazos a su marido: en el hombro, en la pierna, luego se lanzaba sobre él como para morderle, con su boca contra el cuello del hombre. Y su marido seguía mirando la tele, como si no ocurriera nada... ni siquiera tenía los auriculares puestos, pero observaba la tele con la concentración del que sabe que la realidad que le espera es muy triste... A veces, la azafata pasaba junto a la mujer que pegaba a su marido y les sonreía, quizás preguntando: "¿desean una galleta más?" (este chiste no es mío... no entraré a juzgar si es bueno o malo)

La mujer continuó con los puñetazos hasta el final del viaje. El africano se puso muy triste porque su ¿hermano? no había ganado la carrera. Yo, entre las ojeadas que echaba a la mujer por si acaso la tomaba conmigo, veía Fox News, donde la locutora, en un ejercicio de imparcialidad, decía: "los hispanos a los que EEUU les dio la bienvenida ahora amenazan con paralizar el país". (Fox News es una cadena de noticias que en cualquier lugar del mundo la calificarían como de extrema derecha. Aquí simplemente es derecha normal... Porque sí, aquí Rajoy, Acebes y Zaplana, incluso Aznar, serían calificados de izquierdistas...). Porque aquí, cada día, uno se encuentra con carteles de este estilo:

Foto

Este, por ejemplo, patrocinado por McDonalds...

Aterrizamos y ya estoy de vuelta a Nueva York. Ha sido un fin de semana con tres momentos muy intensos: el viaje de ida y la gran erección del novio, el gel de pepino del baño de Carlos y la coral de gritos y puñetazos en el viaje de vuelta. No quiero imaginar en que resultaría la mezcla de los tres momentos en uno... lo dejo como ejercicio personal. (este chiste sí que es mio... y sí, es malo)

sábado, abril 22, 2006

Nueva York 3: pensamientos aleatorios

A la espera de acumular material suficiente para hacer una cronica tematica, unos pensamientos aleatorios sobre diferentes cosas que he visto/aprendido/oido en estas tres semanas aqui.

----
La administradora de sistemas hablando con mi compañero el eructador publico: "ahhh... ¿tu sobrina es esa que un dia vino y que no tenia el sexo definido?" ("the one that seems not to have any gender")
----

----
Inicio del partido de baseball entre los NY Mets y los Brewers. Todo el mundo en pie mientras un coro canta el himno americano desde el campo. Silencio absoluto. Luego gritan: "U.S.A, U.S.A". Por un lado parece facista, por otro es impresionante ver como se identifican con su pais de una forma positiva, por otro lado no entiendo nada.

Foto
----

----
En Nueva York hay muchos judios. En Nueva York hay muchos judios ortodoxos. Los hombres con sus sombreros, levitas y barbas. Las mujeres vestidas al estilo de los años 50. Ademas, segun me ha explicado un israelita, las mujeres siempre llevan peluca para no exhibir su verdadera belleza.

Los hospitales para judios de Nueva York tienen ascensores que, los sabados, funcionan automaticamente y van parando en cada planta. Asi no incumplen el mandato de Dios de no realizar ningun trabajo fisico los sabados: si no son ellos los que aprietan al boton del ascensor no estan pecando.

¿Cuantos años tendran que pasar para que nos demos cuenta de lo absurdas e hipocritas que son todas las reglas religiosas?
----

----
El ridiculo es un concepto que en este pais no existe. Y en Nueva York todavia menos. Estos son algunos de los patinadores que se reunen en Central Park cada domingo para bailar al ritmo de la musica electronica:

Foto
Foto
Foto
----

----
La estatua de la libertad al anochecer, desde el ferry gratuito que va desde Lower Manhattan hasta Staten Island. Momentos para el recuerdo.

Foto
----

----
Prohibido hacer ruido innecesario:

Foto

Un dia, alguien prohibio hacer ruido innecesario. Por las mañanas, cuando los hombres y las mujeres, los niños y las niñas y los animales, cuando todos se levantaron, supieron que un solo ruido innecesario les costaria la vida. En ese pais las amenazas se cumplian... y nadie se atrevio a emitir ningun sonido no fuera a ser que alguno de los censores pudiera interpretar que era innecesario.

Esta historia continua, pero es muy triste y este este blog es alegre. (¿por que ahora se llama blog y cuando empece a escribirlo en 1997 eran simplemente 'mensajes'?)
----

----
Restaurante del ESPN (la cadena de TV de deportes mas importante de EEUU; si, aqui las cadenas de televison tienen restaurantes). No solo cuando comes estas rodeado de pantallas de television con baloncesto, baseball y coches, sino que cuando intentas escapar a un lugar mas privado... te sorprenden con lo nunca visto.

Foto
----

----
Jueves a las 11 de la noche. Vuelvo a casa despues de cenar con un antiguo amigo de Suiza que ahora vive en Nueva York.

Salgo del metro y espero el semaforo de la unica calle que tengo que cruzar para llegar a casa. Un (o una) mendigo grita desde el otro lado de la acera. Levanta los brazos haciendo aspavientos. No entiendo ni una palabra. Esta muy sucio/a y cojea. Cada dia la misma historia y, como cuando estuve en la India, comienzo a aprender a vivir con la miseria sin permitirle que entre demasiado en mi interior.

El semaforo de peatones se pone verde y comienzo a cruzar. El ( o 'la', entre que va rapado/a y una costra de mugre cubre su cara, no tiene el sexo definido) sigue gritando furioso pero a pesar de que no le miro y me alejo todo lo que puedo de el, viene hacia mi. Le esquivo y cruzo hacia otra calle, alejandome de mi casa. El me sigue, gritando y moviendo los brazos. Comienzo a andar por el centro de la carretera, me digo que alli controlo mas la situacion. El me sigue, todavia gritando. Yo acelero el paso, el corazon me late muy rapido.

Y llego a casa y cierro antes de que llegue a mi altura. Todavia se oyen sus gritos, palabras desesperadas que no he entendido.

Vivo en el raval de Barcelona y veo cosas de este estilo casi a diario. Pero la raza, la lengua, el olor de los marginados de mi nuevo barrio me son tan ajenos, me siento tan incapaz de saber que les ha pasado, que quieren, me siento tan extraterrestre que paso miedo. Me siento un poco como cuando de pequeño me 'robaban' parte del dinero que mis padres me habian dado para salir con mis amigos. Indefenso; incapaz de reaccionar.

Supongo que me acostumbrare. A su miseria y a no tenerles miedo. Y eso tambien es muy triste, porque en esa constumbre se basan todas las injusticias de este mundo.
----

----
Pero este es un blog alegre, y estoy muy bien. Ha habido momentos muy intensos, positivos. Y me he hecho socio del MOMA y ya he ido dos dias: y este cuadro, entre otros, me parecio conmovedor:

Cuadro
----

sábado, abril 08, 2006

Nueva York 2: vida laboral

Nota: Si estáis planeando un viaje a Nueva York, os recomiendo que visitéis la guía de Nueva York que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com. También tenemos una guía de Estados Unidos.

En el pasado se me ha echado en cara que centraba mis cronicas exclusivamente en el anecdotario del lugar que visitaba, y que mis lectores se quedaban en la mas completa ignorancia sobre: 1) otros seres humanos con los que interaccionaba, 2) que hacia cuando no estaba inmerso en una situacion extraña y - y este aspecto es algo que siempre me intriga por la cantidad de preguntas que recibo- 3) en que consiste mi trabajo. Como a mi lo que me gusta de verdad es escribir sobre esos aspectos curiosos que a todos nos ocurren, voy a dedicar algunas de las primeras cronicas de Nueva York a esclarecer esos tres puntos y asi luego poder centrarme en contar lo demas.

Antes de nada, lo facil: he venido a hacer una colaboracion de 4 meses en el grupo de Chris Sander, el padre de la bioinformatica. Contacte por email con el por primera vez en Septiembre de 2005, y tras cinco meses mandandole emails y llamandole por telefono, logre hablar por telefono con el en Febrero de 2006. Cinco meses para lograr tener esa conversacion en la que me dijo que 'si', que podia venir a su grupo a trabajar con la beca que el ministerio español me habia concedido. Esos cinco meses de lucha podian significar dos cosas: 1) que Sander no dedicaba un solo minuto de su vida al trabajo o 2) que Sander dedicaba tantos minutos de su vida al trabajo que hablar conmigo era lo menos urgente que tenia en su agenda.

¿Habeis visto "Brazil", de Terry Gilliam? ¿Recordais la imagen del hombre al que sus subordinados le persiguen con carpetas mientras el corre por los pasillos? Pues alli estaban de suerte: por lo menos tenian luz.

Chris Sander cree en el ahorro de energia llevado al extremo, tanto que las luces permanecen siempre apagadas y unicamente se nos permite tener un flexo que hay que ir girando para apuntar al lugar de tu zona de trabajo que quieres observar. Si unes la oscuridad al hecho de que Sander siempre va corriendo de un lado a otro y que habla a toda velocidad, la imagen es de lo mas surrealista: nunca sabes si era el o no, si te ha dicho algo o solo era el ruido del viento, si existe o es una leyenda... Pero me quejo de vicio porque yo estoy de suerte, ya que he conseguido hablar con el un total de siete veces en cinco dias: un dia en el baño, otro mientras pasaba corriendo por delante de mi mesa y que casi me provoco una contractura al intentar seguirle con la mirada, tres veces antes o despues de los numerosos seminarios que se organizan en mi laboratorio y otra, atencion, incluso se apoyo en mi mesa para hablar. Y si, señores, incluso estuvo parado a mi lado! En 17 segundos me dijo con quien tenia que hablar al dia siguiente para hacer un trabajillo pendiente, y luego quiso que en 43 segundos le explicara en que habia estado trabajando en el pasado. No lo consegui y se volvio a ir, supongo que esta vez con la imagen de que yo habia estado perdiendo el tiempo durante mis tres años de tesis.

La septima vez que hablamos fue el jueves. Se acerco con dos hojas en las que tenia imprimida su agenda para las dos proximas semanas y me dijo que habia encontrado un hueco para hablar conmigo: el lunes a cenar.

- ¿A cenar? - no pude evitar preguntarle...
- Si - me contesto- podemos cenar juntos y asi hablamos, no tengo ningun otro hueco...

Luego he estado pensando si habre perdido todavia mas credibilidad cientifica ante el, pero le dije que no podia quedar a cenar, que tenia un asunto personal importante durante todas las cenas de la semana que viene (lo que es cierto). La verdad es que no parecio tomarselo mal y me dijo: "Bueno, entonces tendre que buscar otro hueco, quizas algun dia logre liberar unos minutos para que podamos hablar".

Vaya vida... por lo menos el parece que lo lleva con elegancia, porque cuando uno logra verle la cara (el truco son gafas termosensibles) siempre esta sonriendo: da la imagen de una persona alegre.

Ademas de la oscuridad, lo que distingue a mi laboratorio actual de otros donde he estado es que la gente come, bebe y eructa delante del ordenador. Habia estado en sitios donde alguno (sobre todo los chinos y los americanos) comia cualquier guarrada delante del ordenador, pero en el pasado siempre se iban a echar el eructito al baño. Aqui no: cuando la comida ha acabado, mi compañero de mesa (solo nos separa un cristal traslucido de baja altura) toma aire, se pone las manos en la tripa, echa hacia atras la cabeza y... 'bbbbrrrrrrup'. Precioso. Algun dia igual me pide que lo recline en mi hombro y le de golpecitos en la espalda... Yo, por la ciencia, lo que sea...

Finalmente, para añadir ambiente de ciencia ficcion en un laboratorio a oscuras y en el que rafagas de viento se confunden con personas corriendo, tenemos la reencarnacion de Yoda (creo que se murio en una de las ultimas peliculas, ¿no?) en forma de administradora de sistemas. Para los legos en la materia, una administradora de sistemas es la que se encarga de mantener los ordenadores funcionando, dar acceso a la gente a los diferentes servidores, instalar los programas que cada cual necesita, etc. Por la experiencia que he tenido en los diferentes laboratorios y paises donde he tenido contacto con ellos, les pasa un poco como a los porteros de futbol: solo les echamos la culpa cuando fallan, puesto que cuando todo va bien ni siquiera te acuerdas de que existen. Sin embargo aqui, la reencarnacion de Yoda en mujer americana ha encontrado la piedra filosofal de los administradores de sistema: nunca hacer nada, ante un problema abrir los ojos, mover las manos, hablar muy lentamente, sonreir, bizquear e irse lentamente entre la oscuridad, como si nunca hubiera existido, bajando el tono de voz hasta los agudos que el oido humano no alcanza a oir. Y encima me ha obligado a trabajar en Mac, porque "para cuatro meses que vas a estar aqui no merece la pena instalar linux". Espectacular. Ademas, ayer comento en publico que ella siempre atrae a los alcolicos, drogadictos, ex-presidiarios y demas gente chunga. Y decia esto mientras cerraba y abria los ojos lentamente y movia las manos como tocando castañuelas a camara lenta.

Asi que esta es mi vida laboral: un ser mitologico del que todo el mundo ha oido hablar pero que nunca estas seguro de haber visto, un festin arabe de comunicacion eructal con sus pantallas, star wars en miniatura y reconvertido ahora que ya se ha acabado la serie, y otros compañeros con los que ayer fui a tomar unas cervezas y me dijeron que "si pones esa cara no sabemos si estas hablando en serio o en broma". Yo tampoco se si estaba hablando en serio o en broma porque a pesar de mi origen californiano me esta costando integrarme en este pais, donde uno nunca se atreve a admitirse a si mismo que 'si', que esta gente nunca hace las cosas en broma, que son asi al natural, y que por un lado es maravilloso que nadie tenga sentido del ridiculo pero por otro resulta desconcertante para los que si que lo tenemos.

Pero esas historias tendran que esperar... quiero ilustrarlas con fotos.

Por cierto, me olvidaba: mi trabajo consiste en averiguar que es lo que voy a hacer aqui. No se si es un objetivo para cuatro meses o menos, pero algo es seguro: va a ser dificil. Mientras tanto, me dedico a aprender de la competencia... PIANA vs Cytoscape.

lunes, abril 03, 2006

Nueva York 1: preparacion y llegada

Nota: Si estáis planeando un viaje a Nueva York, os recomiendo que visitéis la guía de Nueva York que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.

Confiado por lo fácil (y divertido) que me resultó encontrar habitacion en San Francisco, los primeros dias en los que me puse a buscar un apartamento en Nueva York únicamente envie emails a aquellas ofertas que se ajustaban exactamente a lo que yo buscaba: baratas (menos de 900$), cerca del trabajo (Upper East Side) y con compañeros de habitacion normales. No habia demasiadas ofertas asi, pero a todas les mande el mismo email en el que me describia como un tipo extraordinario y cada mañana encendia mi ordenador con la seguridad de que alguno me habria respondido: "si, por favor Ramon, ven a vivir conmigo".

Y no me respondio ni una sola persona. Asi que subi el umbral de precio hasta los 1000$. Y no me respondio ninguno. Asi que me resigne a vivir con gente rara y le escribi incluso a uno que se describia como un curandero de almas. Y no me respondio ninguno. Asi que comence a escribirles a los que decian "females only", explicandoles que yo no era mujer pero que tenia todo lo bueno de las mujeres y nada de lo malo de los hombres. Y me respondio una diciendo que, para ella, vivir con una mujer era imprescindible. Asi que amplie la zona de busqueda a Harlem.

Y por fin me respondio alguien. Este es un extracto de la oferta que habia puesto para 'anunciar' su apartamento:

"You will be sharing with a 35-year old male interpreter, professional, friendly, very clean, gay and welcoming to all. I have some great house gadgets to share, and a Korg electric piano for concerts for aspiring/practicing pianists"

Y este es un extracto de su primera respuesta:

"It seems that we both have lived in many different countries and can relate to many things. If you play the piano you can also practice on the Korg electric one that I have."

Su mania con que tocara su piano me resulto de lo mas raro, pero como la situacion no estaba para andar siendo exigentes, rapidamente contacte con un amigo mio que vive en Nueva York para pedirle que fuera a ver este apartamento. Josep fue a verlo y me mando un email diciendome que le dijera que si, que por ese precio (875$) no iba a encontrar nada mejor y que la casa estaba aceptablemente bien.

Yo le escribi a Philip (el que alquilaba la habitacion) diciendole que 'si', que queria ir a vivir con el. Como me suele ocurrir al escribir emails, me alargue mas de lo necesario y, entre otras cosas, incluso le comente que yo no sabia tocar el piano, que la musica no es lo mio.

Y pasaron los dias y Philip no me contestaba. Y le mande otro email, y Josep le llamo por telefono, pero Philip no contestaba. Y yo me dije: "seguro que eso de poder tocar su piano Korg era un eufemismo para otros asuntos... menos mal que le dije que no sabia tocar el piano".

Alguno dira que soy un mal pensado, pero si hubierais visto los anuncios de pisos en Nueva York cambiarias de opinion: cada dia aparecen varios anuncios de 'cambio habitacion barata por sexo', algunos lo dicen directamente y otros de forma indirecta. Por ejemplo, habia uno que decia algo asi como: "Soy un consultor y solo paso 2-3 dias al mes en casa, asi que cuando estoy alli espero pasarmelo lo mejor posible. Enviame tu foto y un listado de las cosas que harias para hacermelo pasar bien, y si te elijo podras vivir por 100$ al mes en mi casa tu solita. Dependiendo de lo extenso que sea ese listado, el precio es negociable."

Paso una semana y Philip no contestaba, asi que segui buscando con ainco: solo faltaban dos semanas para irme a Nueva York. Una de las ofertas mas interesantes a las que escribi me contesto, y rapidamente mande de nuevo a Josep hacia alli (si... le debo unas cuantas cenas a Josep). Nada mas salir de ver el piso, Josep me contesto con un extenso email en el que describia lo visto. Unos cuantos extractos de su descripcion:

"El sitio: Harlem Hispano. Barrio chungo, <...>

El lavabo pequeño con una cortina de ducha horrorosa (hehe). Decoración barroca, moqueta (sic) y dos gatos. Ah! en el sótano vive un tipo que cada día tiene derecho a ducharse en vuestro baño durante 10 minutos, ni uno más ni uno menos. Por supuesto para entrar y salir del sótano tiene que pasar por el comedor. <...>

: aquí utilizan un adjetivo que le va muy bien: creepy (entre espeluznante y asquerosillo). Como John Waters, tiene pinta de "child-molester", que no quiere decir que lo sea.... Por supuesto, homosexual (te das cuenta que los gays son los únicos que han aceptado la posibilidad de que vivas con ellos sin conocerte??? qué curioso). Unos 50 años pero operado (y deformado)."

<..> Total, yo no lo cogería.<...>"

Y no lo cogi. Me estremezco solo de pensar en que hubiera pasado si Josep no hubiera ido a verla... un tipo que sube de un sotano atravesando el salon para ir a ducharse durante 10 minutos, ni uno mas ni uno menos.

Y cuando ya pensaba que me iba a tocar vivir en el laboratorio debajo de mi mesa de trabajo, me escribio Josep diciendo que Philip le habia llamado para preguntar si todavia estaba interesado en ir a vivir alli. Yo le llame esa misma noche, y Philip y yo llegamos a un acuerdo para ser compañeros de piso. Eso si, una de las primeras frases de mi futuro compañero de piso fue "me dijiste que no tocas el piano, verdad?". Yo respondi un poco brusco: "No, no... no toco el piano, nunca lo he tocado y no tengo intencion de tocarlo en el futuro".

Y con la habitacion comprometida (pero sin haber hecho ninguna reserva formal porque Philip volvio a desaparecer del mundo: no me contesto ningun email ni ninguna llamada hasta un dia antes de coger el avion) llegue a la terminal 7 del aeropuerto JFK de NY. No quiero alargarme demasiado pero los siguientes puntos resumen el trayecto desde el aeropuerto hasta 370 Manhattan Ave:

- voy al ground transportation service, y pido una furgoneta que vaya hacia alli (las furgonetas comunitarias son mucho mas baratas que los taxis). Me dicen que espere 20 minutos y que una vendra a buscarme.

- a los 35 minutos llega un cubano-americano que me lleva a su furgoneta. Soy el unico pasajero.

- pasan 10 minutos: le pregunto al cubano-americano que ocurre: "yo con una persona no me voy a a la city". Voy a protestar al ground transportation service pero ellos me dicen que ya he sido recogido por una furgoneta y que a partir de alli ellos ya no son responsables. En español, claro, porque son azafatas caribeñas.

- pasan 20 minutos, ahora son dos cubanos al mando de la furgoneta que se hablan en una mezcla de idiomas que me cuesta mucho seguir. Creo que se estan peleando a proposito de un movil que se ha perdido.

- nos vamos a la terminal 1. Los conductores salen corriendo de la furgoneta diciendo: "a por ellos, tenemos que llenar la furgoneta".

- vuelven solos. Nos vamos a la terminal 5. Vuelven a salir corriendo de la furgoneta. El conductor le dice al otro: "Cuando ves el money, you've got a go for it".

- vuelven con dos franceses y una japonesa. Nos vamos a la terminal 7: he vuelto al punto de partida. Esperamos... no aparece nadie nuevo.

- una hora y media despues de haber aterrizado emprendemos el camino hacia la ciudad.

- los cubanos-americanos se pelean. Le llama la mujer al conductor, que es a su vez la hermana del copiloto. El conductor insulta al copiloto a proposito de un movil. El copiloto se pelea con el conductor intentandole quitar el movil. El piloto hace eses por la carretera. El copiloto coge el telefono y le grita a su hermana que esta casada con un loco. El piloto le quita el telefono, insulta al copiloto y dice que nunca mas se subira con el en una 'van'. Los franceses cuchichean en frances. La japonesa pone cara de no entender nada. Yo, que ya me he acostumbrado a su forma de hablar y entiendo casi todo, prefereriria no entenderles.

- dejamos a los franceses en su hotel. El piloto se pelea con el copiloto sobre que ruta tomar para ir a mi casa. Se confunden de cruce y se insultan. El copiloto dice: "yo me bajo aqui", abre la puerta y se va. El piloto comienza a desproticar contra el, toma la ruta que el copiloto habia desaconsejado y al cabo de un rato vemos que esta cortada por obras. Decide llevar primero a la japonesa.

- tres horas y media despues de aterrizar en NY llego al 370 de Manhattan Avenue, en el West Harlem, a la altura de la 116 Street. Antes de bajarme de la furgoneta, el cubano-americano me dice que tenga cuidado, que esa zona es de drogas y violencia.

Me acerco hasta el telefonillo y llamo al apartamento de Philip. Estoy muy cansado del viaje, hace muchas horas que tendria que estar durmiendo y la calle esta muy oscura. Philip no contesta. Vuelvo a llamar, esta vez con mas insistencia y diciendome que seguramente no lo ha oido. Y Philip no contesta. Y yo tengo dos maletones que me cuesta arrastrar. Y vienen dos negros por la acera... y se que esta mal tener miedo de dos negros que vienen por la acera, pero cuando uno viene de Zaragoza, esta cansado y los negros llevan gorras y pantalones anchos y cadenas de oro, es inevitable tener un poquito de miedo. Y Philip no contesta. Y mi telefono no funciona porque lo he dado de baja para los cuatro meses que voy a estar en Nueva York. Y los negros pasan por mi lado arrastrando los pies y no se si me miran o no porque yo no les miro a ellos, porque estoy ocupado pensando que hacer...

Llamo a un boton que pone 'portero' pero se hunde sin ejercer presion. Y decido que me voy a buscar un bar desde donde llamar a Philip, para decirle por favor que vaya a casa, que estoy agotado y un poquillo acojonado. Y cuando ya he comenzado a andar por la acera en busca de alguna luz donde encontrar un telefono, aparece un chico de unos 30 años corriendo por el patio: "Hi, you are Ramon, right? Sorry for not being there... I was in the laundry room".

Casi lloro de alegria... por muchas aventuras que haya vivido uno, pasearse con maletas por un Harlem que todavia desconozco no es precisamente mi definicion de felicidad.

Y si: Philip tiene un piano Korg. Y me lo enseña como una de las grandes joyas de la casa. Y no: su auto descripcion 'gay male interpreter' no signigica 'musico homosexual [macho]' como yo habia traducido: Philip es un traductor y ni siquiera sabe tocar el piano.

Tras unas frases de cortesia, ver el piano y lavarme los dientes, me meto en la cama y me digo: 'Bienvenido a Nueva York. Otra ciudad mas, otro lugar donde invertir energia para construir una vida. Aunque sea para solo cuatro meses... Va a ser divertido."